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Con palabras pausadas, que llegan directamente al corazón, y con gran humildad, “César de Siria” reveló su identidad y mostró su rostro por primera vez. Narró algunos detalles sobre cómo logró sacar a escondidas 50.000 fotos de cadáveres mutilados por la tortura en los centros de detención del régimen sirio. Las imágenes llegaron al Congreso de Estados Unidos y expusieron al régimen de Assad ante el mundo en el año 2019.
Las aterradoras escenas descritas por César no solo las presenció, sino que también las capturó con su cámara durante casi tres años. Cuerpos desgarrados por la tortura y el hambre, hasta el punto de perder muchos de sus rasgos. En su primera entrevista con el canal Al Jazeera de Qatar, mientras la cámara se eleva para que los sirios vean por primera vez a esta figura considerada un héroe para ellos, declara:
“Soy el suboficial Farid Al-Madhhan, jefe de la sección de pruebas forenses de la policía militar en Damasco, conocido como César, hijo de la Siria libre. Soy de la ciudad de Daraa, cuna de la revolución siria”.
Proviene de la ciudad de Sheikh Miskin, en el centro de Daraa, ronda los cuarenta años, viste un traje formal y su barba es algo canosa. Afirma que no le gusta hablar frente a la cámara, tampoco estar cerca de ella, todos sus recuerdos están ligados a fotografiar cadáveres. Explica que tomó imágenes de “los cuerpos de las víctimas detenidas, ancianos, mujeres y niños que fueron arrestados en los controles militares y de seguridad en la ciudad de Damasco, así como en las plazas de protesta que clamaban por la libertad y la dignidad”.
¿Por qué el régimen ordenaba fotografiar los cuerpos de los detenidos?
César explica que las órdenes de fotografiar y registrar los crímenes provenían de la cúpula del poder, con el objetivo de asegurarse de que las ejecuciones se llevaban a cabo realmente.
La primera vez que se capturaron imágenes de los cuerpos de detenidos fue en la morgue del Hospital Militar de Tishreen, en marzo de 2011, y correspondían a manifestantes de su provincia natal, Daraa.
Según Cesar, los líderes de los Servicios de Seguridad expresaban su lealtad absoluta al régimen de Assad a través de las imágenes de los cuerpos de las víctimas.
Cada detenido, tras ser ejecutado, recibía un número sobre su cadáver, y el régimen documentaba que la causa de muerte era un paro cardíaco o insuficiencia respiratoria. Uno de los recuerdos más aterradores que aún conserva es cómo el estacionamiento del Hospital Militar de Mezzeh, en Damasco, fue convertido en un área de acopio de cadáveres para ser fotografiados.
Esto ocurrió debido al creciente número de muertos cada día. “Al inicio de la revolución siria, el número de cadáveres era de entre 10 y 15 por día, pero luego aumentó hasta 50 diarios”, explicó.
Cientos de informes han denunciado previamente un sistema de extorsión masivo contra miles de familias de detenidos, quienes pagaban grandes sumas de dinero con la esperanza de obtener información sobre sus seres queridos, sin recibir nunca confirmación alguna sobre su destino. César narró historias similares y relató cómo los oficiales aseguraban a los familiares de los detenidos que sus hijos seguían vivos, mientras él tenía en sus manos las fotografías de sus cuerpos sin vida.
Contrabando de pruebas y deserción
César realizaba el contrabando de fotografías casi a diario desde su lugar de trabajo en Damasco hasta su residencia en la ciudad de Al-Tall, en la zona rural de la capital. “Escondía los dispositivos de almacenamiento con las imágenes en mis calcetines, en el pan y en mi cuerpo, por miedo a los controles de seguridad”.
Poseía una identificación militar oficial y una identidad civil falsificada para poder moverse entre su trabajo en Damasco y su residencia en las afueras. Era sometido a registros tanto en las zonas controladas por el régimen como en la región donde vivía, que estaba bajo dominio de la oposición. Si en ese momento hubieran descubierto que era militar, lo habrían considerado un traidor.
Este peligroso proceso de contrabando de imágenes se repitió todos los días durante casi tres años. Si lo hubieran descubierto, su destino habría sido el mismo que el de los cuerpos que fotografiaba.
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Al final de esta peligrosa travesía, César decidió finalmente desertar del régimen. Asegura que había tomado esta decisión desde el inicio de la revolución, pero la pospuso con el objetivo de recopilar la mayor cantidad posible de imágenes y pruebas.
En 2013, huyó a través de Jordania hacia Qatar, donde un bufete de abogados preparó un expediente para responsabilizar legalmente al régimen sirio.
En 2014, César testificó ante el Congreso de los Estados Unidos, presentando parte de las pruebas en su poder. Como resultado, en 2019 se aprobó la “Ley César”, una legislación que impone sanciones económicas al régimen sirio con el fin de presionarlo para que detenga sus violaciones contra la población civil.
Las fotos de César y las sanciones
Para César, la ley y las sanciones a Siria son dos cosas distintas. Aclara que nunca quiso que el pueblo sirio sufriera consecuencias económicas y de hecho, actualmente exige al gobierno estadounidense que revoque la Ley César y levante las sanciones impuestas a la población.
El periodista sirio residente en Francia, Mohamed Salloum, comenta al respecto: “Quien causó la Ley César en Siria se llama Bashar al-Assad, y quien hizo las cosas que César fotografió también se llama Bashar al-Assad”. La cuestión, no es la difusión de las pruebas, sino las atrocidades mismas que ocurrieron.
Hoy, César o Farid Al-Madhhan, vive en Francia en una ubicación no revelada por razones de seguridad. No ha podido aprender el idioma ni integrarse en la sociedad debido al miedo de ser identificado. A pesar de los desafíos que enfrenta, sigue siendo un símbolo histórico para los sirios. Su testimonio sigue atormentando al régimen de Assad y manteniendo la atención sobre sus crímenes, un régimen que finalmente cayó el 8 de diciembre de 2024.
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