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OPINIÓN

César: el rostro que reveló al mundo la brutalidad del Assad

En un momento histórico, esperado durante mucho tiempo por los sirios, “César” apareció en la pantalla de Al Jazeera para revelar al mundo su identidad por primera vez después de años oculto. César, que arriesgó su vida para salir del corazón del infierno de las prisiones sirias con treinta mil imágenes que documentaron las atrocidades cometidas por el régimen de Assad contra los detenidos, demostró que el heroísmo no es solo una palabra, sino una actitud, coraje y dolor.

¿Quién es César?

Durante más de una década, César fue un nombre recurrente en los círculos de derechos humanos y en los medios, sin que nadie supiera quién se escondía detrás de él. El mundo lo conocía como fotógrafo militar en la policía militar del régimen sirio, donde trabajaba en el departamento de pruebas forenses y estaba encargado de documentar los cadáveres que llegaban desde los sótanos del centro de inteligencia. A diferencia de los demás, no veía en las fotos meras “pruebas forenses”, sino que comprendía que esos cadáveres representaban historias de una humanidad aplastada, de personas que perdieron sus vidas por exigir libertad.

César era consciente de que simplemente conservar esas imágenes no era suficiente, sino que era necesario hacerlas llegar al mundo. Durante tres años, estuvo contrabandeando las fotos en secreto, ayudado por un amigo, hasta lograr enviarlas al exterior, causando un revuelo global que llegó hasta las cámaras del Congreso de Estados Unidos y se convirtió en una evidencia contundente de la brutalidad del régimen sirio.

 A pesar de la importancia de las imágenes, César siguió siendo una figura enigmática. Era solo una voz en la sombra que no aparecía en público por temor a la represión del régimen, hasta que finalmente decidió revelar su identidad. En su última entrevista se presentó como “El primer ayudante Farid Al-Mudhahan”, de la ciudad de Sheikh Miskin en Daraa, cuna de la revolución siria. Apareció como un hombre de cuarenta años, con barba salpicada de canas, vestido con traje formal y con una voz que llevaba el peso de la experiencia vivida. No le gustaba la cámara, no por miedo, sino porque era su herramienta para documentar la muerte.

Experiencia personal: ¿Cómo nos inspiramos en el coraje de César?

Para mí, como periodista sirio, la historia de César siempre fue una fuente de inspiración y, al mismo tiempo, de dolor. Dejé Siria en el año 2019 para venir a España, donde me enfrenté a grandes dificultades para adaptarme al idioma y a una nueva vida. No estaba solo; me acompañaban colegas españoles de la Asociación Abriendo Fronteras y del Centro de Estudios Islámicos en Madrid y del CSIC, además de mi compañero de Baynana, el periodista sirio Ayham Al-Sati, quien compartía conmigo esa misma inquietud. Llevábamos a Siria con nosotros a dondequiera que fuéramos, intentando transmitir al mundo lo que había sucedido y sigue sucediendo allí.A partir de ahí, iniciamos un proyecto único: un recorrido que une la guerra siria con la guerra civil española, titulado «De Madrid a Siria: Dignidad y Memoria». Queríamos mostrar a la población de España, un país que vivió una experiencia sangrienta hace décadas, que lo que les ocurrió a ellos se está produciendo hoy en Siria, y quizá de manera aún más brutal. Relatábamos las historias de los detenidos, hablábamos de la muerte en los sótanos y tratábamos de hacer que el mundo sintiera lo que los sirios padecían.

Siempre hablábamos de César. Lo mencionábamos como un símbolo, como la voz que surgió desde las profundidades del infierno para decir la verdad. Sin embargo, para nosotros era una figura desconocida, simplemente un seudónimo de un hombre que decidió arriesgarlo todo por la verdad.

Pero ayer, cuando finalmente apareció, sentí algo diferente. No era solo un nombre o una imagen, sino un hombre real, con rasgos que reflejaban todo el dolor de Siria. Cuando habló, su voz era tranquila, pero sus palabras tenían más fuerza que cualquier estruendo. Describió escenas que la mente humana apenas puede asimilar: cuerpos destrozados, rostros desfigurados por la tortura, niños, mujeres, ancianos, todos ellos atrapados en las garras de una máquina de represión.

El sentimiento de orgullo: cuando los sirios se convierten en voces de la verdad

No puedo negar el orgullo que sentí al ver a César hablar. No fue un orgullo ingenuo, sino una mezcla de admiración y tristeza. Admiración por un hombre que asumió la responsabilidad de revelar la verdad, y tristeza porque esa verdad era tan cruda que, a pesar de todas las evidencias, el mundo hizo muy poco para detener los crímenes.

César no fue solo un fotógrafo que documentó el crimen, sino un testigo de una época de brutalidad. Sin embargo, eligió no ser un mero espectador silencioso. Decidió actuar, sabiendo que el precio podría ser su vida. Y eso, en sí mismo, es una lección para todos aquellos que trabajan en el periodismo o en cualquier ámbito que busque revelar la verdad.

Para mí y para mis compañeros que trabajamos en nuestro proyecto en España, la aparición de César fue un momento decisivo. Siempre contábamos a la gente su historia, las imágenes que filtró, y el impacto político y en derechos humanos de su labor, pero ahora podemos decirles: este es el hombre que hizo todo eso. Ya no es solo un nombre o un fantasma en la sombra, sino un ser humano real, que vivió entre nosotros, presenció lo inimaginable y decidió no guardar silencio.

Al final, la historia de César sigue siendo uno de los testimonios más importantes sobre los crímenes cometidos en Siria. Pero no es el único. Había miles de detenidos que habían estado en  las prisiones del régimen, su destino aún es desconocido. Hay sobrevivientes que llevan en sus cuerpos y almas las cicatrices de la tortura. Y, por encima de todo, queda un asunto sin resolver: la justicia.

Quizás la aparición de César fue un paso importante, pero no es el final de la historia. Es solo un recordatorio de que la verdad, por mucho que los opresores intenten enterrarla, siempre encontrará su camino hacia la luz.

كاتب

  • Moussa Al Jamaat

    Periodista sirio residente en Madrid desde 2019. Empezó a estudiar Informática en la Universidad de Damasco (campus de Daraa), pero abandonó sus estudios por la erupción del conflicto en Siria. Entre 2011 y 2019 trabajó como reportero y fotógrafo para agencias de noticias locales. Ahora trabaja como reportero, fotógrafo y se encarga de la web de Baynana. كانب/ مصور /مصمم صحفي سوري مقيم في مدريد منذ عام 2019. بدأ دراسة علوم الكمبيوتر في جامعة دمشق (فرع درعا) ، لكنه تخلى عن دراسته بسبب اندلاع الصراع في سوريا. بين عامي 2011 و 2019 عمل كمراسل ومصور لوكالات الأنباء المحلية. يعمل الآن كمراسل ومصور ومصمم ويدير موقع مجلة بيننا الإلكتروني.

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Moussa Al Jamaat

Periodista sirio residente en Madrid desde 2019. Empezó a estudiar Informática en la Universidad de Damasco (campus de Daraa), pero abandonó sus estudios por la erupción del conflicto en Siria. Entre 2011 y 2019 trabajó como reportero y fotógrafo para agencias de noticias locales. Ahora trabaja como reportero, fotógrafo y se encarga de la web de Baynana. كانب/ مصور /مصمم صحفي سوري مقيم في مدريد منذ عام 2019. بدأ دراسة علوم الكمبيوتر في جامعة دمشق (فرع درعا) ، لكنه تخلى عن دراسته بسبب اندلاع الصراع في سوريا. بين عامي 2011 و 2019 عمل كمراسل ومصور لوكالات الأنباء المحلية. يعمل الآن كمراسل ومصور ومصمم ويدير موقع مجلة بيننا الإلكتروني.
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