Darawish, un viaje de influencias sonoras por el Mediterráneo Oriental
Nos sumergimos en el mundo musical de Darawish, un proyecto artístico de ritmos persas, árabes y mediterráneos que sus miembros nos invitan a descubrir, en un viaje por influencias de ida y vuelta de cultura e historia en común.
Ayham Al Gareeb – Ligia Berrocal
El proyecto musical Darawish nos transporta a un viaje sonoro por territorios y estados mentales. Desde Oriente Medio hasta nuestro Mediterráneo más cercano, pasando por tierras persas, turcas y balcánicas con influencias del jazz. Su nombre nos acerca al misticismo sufí de los “derviches”, espíritus libres sin pertenencias ni ataduras que usaban la música como una forma de llegar a Dios. A su vez, transmite una sonoridad oriental que se refleja en los instrumentos tradicionales que interpretan (laúd, ney, darbuka, tombak), en sintonía con el saxo y el contrabajo, más occidentales.
Darawish nació hace ya siete años, cuando el músico sirio Hames Bitar y el español Pablo Hernández se encontraron en el madrileño barrio de La Latina y decidieron formar, junto a Luis Taberna en la percusión, una banda fusión entre la música árabe y el jazz. Más adelante, se incorporarían el iraní Kaveh Sarvarian con su ney persa —flauta originaria de Irán formada por una vara hueca de bambú— y el español Fernando Leria al contrabajo.
A mediados de marzo, Baynana pudo asistir a un concierto de la banda en Madrid. Fue el primero desde el inicio de la pandemia. Por unas horas, nos sumergimos en un viaje de ritmos que calan hondo y despiertan unas intensas ganas de bailar, tan necesarias y vitales en estos tiempos. Días antes, pasamos unas horas con ellos, compartiendo comida, charla y risas. Entre tajines, hariras y tés de menta en el que muchos consideran el mejor restaurante marroquí de Lavapiés, donde la banda suele parar después de los ensayos, nos hablaron sobre influencias, orígenes y otras cuestiones personales demostrando que las relaciones humanas detrás de un proyecto dicen mucho de su resultado artístico.
En el universo musical de Darawish, la memoria colectiva late con fuerza: «Hay algo que atrae. Siendo español es lógico, y siendo del sur, más. Se habla poco de esto, pero la influencia árabe en la música española es brutal, no solo en el flamenco”, señala Pablo, saxofonista del grupo. Nacido en un entorno donde la música era un miembro más de la familia, explica que cursó Filología Árabe y vio cómo se le abría un nuevo mundo de estímulos durante su primer viaje a Marruecos para estudiar el idioma: “Allí conocí la música gnawa, que proviene de la fusión generada por la diáspora africana en Marruecos y Argelia, y escuché por primera vez canciones de Oum Kalthoum, música clásica oriental, y los temazos del raï, la bomba musical del Magreb”.
Así comenzaron sus ganas de profundizar en las influencias melódicas cruzadas. Con una vida entre España, Marruecos y Túnez, hoy investiga las raíces musicales de la zona del Rebollar, al sur de Salamanca: “Es una pasada cómo el pandero cuadrado suena a ritmos africanos, algo que también percibes en la jota, que tiene ritmo en cinco como en Marruecos”. Sostiene que las influencias se pasean entre países con un aire de familia: “En Orán suena la rumba, pero el color de los pasodobles es muy árabe también; basta con escuchar algunos temas de Fairuz, la gran diva del Líbano. O el maqam en Grecia, que es todavía más evidente. Al final hay algo que nos une en todo el Mediterráneo, en la música persa, la turca, la árabe y la balcánica”.
Hames Bitar, que interpreta el laúd árabe, también se crió en un ambiente eminentemente musical. Su padre tocaba el laúd y el acordeón, y fue el primer profesor de música de su región, Masyaf, una tranquila localidad siria entre las montañas costeras y las llanuras del interior. Así creció Hames, rodeado de música, escuchando y tocando, dejándose cautivar en un primer momento por la música clásica y después por el flamenco. Fue su amor por la cultura andaluza lo que le hizo mudarse a España hace ya más de veinte años, con el propósito de seguir un camino y una vida dedicados a la música.
Para Hames, la música que interpretan en Darawish es algo personal, el resultado de una mezcla de diferentes nacionalidades y orígenes musicales. Durante la entrevista que realizamos en su local de ensayo, nos cuenta detalles de cada miembro: “Pablo estudió música árabe y la fusiona con sus conocimientos de jazz; Kaveh es especialista en música iraní y clásica; Luis domina la música turca y balcánica e interpreta la darbuka, los panderos y el riq, y por último llegó Fernando, profesional del contrabajo y emprendedor musico-social. Por mi parte, estudié música árabe y flamenco, y también estoy familiarizado con la música tradicional española».
Toda esa mezcla se deja sentir la noche del concierto. El sugerente aliento del ney persa y las respuestas cómplices entre los músicos comienzan a envolver al público, sin prisas, para ir introduciéndonos en una espiral cada vez más frenética, despertando las ansias de una audiencia en constante búsqueda de maneras de bailar sentada. La emoción de los asistentes estalla cuando, en esa atmósfera casi psicodélica, la banda sorprende con la intervención del gran músico andaluz Javier Paxariño y su incansable flauta, y la energía en la percusión del iraquí Mustapha Sabeaa, ambos artistas invitados. Al acabar el concierto, la sensación es de haber viajado con personas que antes no conocías, de una extraña unión por afinidades compartidas. Los asistentes reflejan, en cierto modo, el espíritu y la esencia misma de la banda.
“El público español está muy abierto a la música propia y de otros pueblos, y hay espectadores para todos los estilos”, afirma Hames. “No hay duda de que el aprecio por la música aquí en España es mayor que en los países árabes, donde no se ve como un estudio ni una profesión”. Hames interpretó algunos conciertos de música occidental y de flamenco en Siria, pero la música en vivo en los países árabes, explica, antes se reducía a actuaciones en bodas o en discotecas. “Ahora creo que la situación ha empezado a mejorar, especialmente entre los jóvenes».
Según Pablo, a uno y otro lado del Mediterráneo somos bastante parecidos a excepción de las sensibilidades religiosas. Donde quiera que haya tocado, siente que la gente se conecta, que siente el baile igual: “Uno se pregunta, ¿por qué gustan tanto aquí esas melodías? Igual has escuchado cosas parecidas, quizás las cantaba tu madre…”. En el Magreb encontró que muchas expresiones árabes se dicen igual en español, y que en general la gente le tiene bastante cariño a España, algo que al revés no pasa tanto, lamenta, sobre todo hacia los marroquíes, ante los que hay mucho prejuicio. “Eso no lo ves allí, al contrario”, asegura.
Y es que tenemos un pasado que nos une, con influencias mutuas cuyo origen a veces resulta casi un misterio: “Una vez juntamos en un concierto al violinista tunecino Larbi Sassi con el bajista vasco Ander García, que está muy metido en investigar la música euskera. Y de repente, Ander se puso a cantar una canción popular que Larbi reconoció de inmediato por ser igual en Túnez”, cuenta Pablo. Cantaron lo mismo en árabe y euskera, melodías populares muy antiguas que podrían reflejar una conexión entre pueblos no romanizados como bereberes y vascos, que resistieron en las montañas a las invasiones celta, romana y árabe posteriores.
¿Por qué se sabe tan poco de esto, exceptuando medios especializados? Como explica el escritor Antonio Manuel en su libro La huella morisca: “La influencia de Al Andalus es la más tergiversada y desconocida entre los españoles y europeos”. Nuestra sociedad actual sufre de un cúmulo de contradicciones en las que coexiste el recelo histórico hacia el mundo árabe con su presencia viva en nuestra mentalidad y costumbres, pero el acervo cultural y musical que se extiende a lo largo de toda la cuenca mediterránea es innegable.
Con su volcán de sentimientos transmitidos a través de los instrumentos que los representan, Darawish logra penetrar en las profundidades de nuestro pasado y transportar a los oyentes en un viaje colectivo por lugares familiares imprescindibles en nuestra memoria histórica y cultural.
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