Un ‘youtuber’ contra los prejuicios hacia los jóvenes migrantes
A los 17 años, Samir Faranji viajó de Marruecos a España en un pequeño barco pesquero. Hoy, con 20, se ha convertido en un miembro activo de la comunidad de acogida y utiliza las redes sociales para sensibilizar sobre las historias de chicos como él.
Samir Faranji, de 20 años, tenía 17 cuando salió de su país Marruecos hacia España. Llegó en patera, en un viaje muy difícil en el que asegura que sufrió mucho. Desde entonces aprendió español rápidamente y se benefició de todos los recursos y cursos de formación disponibles. Hoy en día se ha convertido en un miembro activo de la comunidad de migrantes y tiene un contrato de trabajo. Además, es influencer en las redes sociales, y lleva un canal de YouTube que acerca las culturas española y árabe.
“Empecé de cero en España y ahora estoy trabajando y consiguiendo muchas cosas con las que soñé cuando estaba en Marruecos”. Estas son las primeras palabras que eligió el joven marroquí Samir Faranji, de 20 años, para iniciar su conversación con Baynana. El joven llegó a España el 18 de agosto de 2018, cuando era menor de edad. Ese año llegaron a España más de 6.000 menores migrantes no acompañados. Un 150% más que el año anterior según UNICEF.
El joven proviene del pequeño pueblo de Ichiwen. Ese nombre, una palabra de Amazigh, significa “gemelos”. Para su gente representa la unión y hermandad entre ellos. Como todos los jóvenes de su pueblo, él tenía la intención de terminar sus estudios y conseguir un trabajo en su tierra natal. En la adolescencia cambió el plan: vio que muchos jóvenes a su alrededor no lograban encontrar trabajo ni oportunidades de futuro. Su selección se basó en la experiencia, en lo que se denomina ‘wasta’. Por ello, decidió emigrar a España, la más cercana a su país, Marruecos. Para buscar un futuro que no encontró en su tierra natal.
‘¡Vete, espero que todo vaya bien!’
No sería fácil para una familia arrojar a su hijo al mar, de no ser por la losa de la pobreza y la falta de futuro. Es el caso de Samir. Al ser el más pequeño de su familia era el favorito de todos, por lo que esta decisión fue rechazada categóricamente por su familia en un principio. Sin embargo, tras un año de insistir, su madre le dijo un día: «No voy a impedir que te vayas ahora para que no vengas después y nos culpes por impedirte conseguir tu futuro. ¡Vete! Espero que todo salga bien y hagas lo que quieras, ¡vete!”.
Era una barca de madera hecha por otros jóvenes que se dedican a la pesca y también quieren emigrar. «No participé en su elaboración porque era joven, pero pagué lo que debía con el dinero que me dieron mis hermanos que trabajan principalmente fuera del país», explica.
Samir recuerda con precisión las fechas y momentos mezclados entre la alegría y la tristeza, pues era el segundo día de la fiesta de Eid al-Adha. La alegría del gran Eid se transformó en una gran tristeza con la noticia de que todo estaba listo para partir y cruzar el mar, porque las olas estaban en calma. Él dice: «Trajimos algo de comida y agua para no morirnos de hambre y sed. Me despedí de mi familia con lágrimas y me fui».
Inicio del viaje
Los inmigrantes tienen miedo de ser detenidos por la policía marroquí al comienzo del viaje. También, temen que la policía española los trate mal o los golpee después de que finalmente escapen del mar. Mientras sentimientos y pensamientos se mezclan en medio del mar, el agua te envuelve por todos lados, y todo se desconoce y no se sabe que puede pasar en esos momentos. A pesar de todo esto, la idea de sobrevivir y hacer realidad el sueño de llegar a España suele ser superior. “En ese momento yo estaba en medio del mar, anhelando desesperadamente llegar a este país, y no me importaba si me iba a morir en el mar. Estaba todo oscuro en la noche”, agrega Samir.
Tras 21 horas en medio del mar, Samir y sus acompañantes vieron la playa. La alegría duró poco: tras bajar a la arena, la mayoría fueron detenidos por la Guardia Civil, mientras que otros huyeron por no ser menores y con el temor de ser devueltos a Marruecos. Samir explica: «No sabía ninguna palabra en español, pero estaban muy enfadados, gritando, y eso me asustó mucho». Tras pasar por una estación de policía, y después de una investigación y verificación, Samir fue trasladado a uno de los centros de menores de Granada.
Durante la conversación, sus ojos reflejan cierta tristeza que trata de disimular con su sonrisa, sobre todo cuando habla de los primeros días y noches en el centro de menores. El centro estaba en las montañas, lejos de la ciudad. La comida allí era fría y no demasiado buena; la ropa, inadecuada. El lugar carecía de calefacción. El centro de menores allí no era apto para niños, según Samir, que permaneció allí sólo tres días, hasta que decidió escaparse. Durmió en la calle los primeros días. Después se puso rumbo a Madrid, donde él y sus compañeros no conocían a nadie.
La carrera contrarreloj ante la escasez de recursos
Los menores de los centros que los albergan deben trabajar duro para no quedarse en la calle cuando cumplen los 18 años. Eso es exactamente lo que hizo Samir: tras aprender español, comenzó a recibir formación profesional, participando en un curso de peluquería en la mañana y de camarero por la noche. “No tenía mucho tiempo, solo siete meses. En estos pocos meses tuve que conseguir muchas cosas para no estar en la calle cuando cumpliera 18 años”, dice.
En efecto, tras cumplir los 18 años, Samir consiguió completar su formación profesional, y una vivienda compartida con jóvenes de su misma edad, con la ayuda de los empleados de Cesal, la organización que se encargó de ayudarle a su llegada a Madrid. Finalmente logró una oportunidad laboral en un restaurante de Madrid. Hoy agradece al personal de esa organización que a día de hoy le siguen ayudando a pesar de que dejó el centro de menores hace años.
Influencia en redes sociales
Los vídeos de entrevistas con personas en la calle generalmente son bien recibidos por la generación más joven. Pueden ser un espacio de debate, diálogo y sensibilización sobre diversos temas. Esto llamó la atención del joven Samir, a quien siempre le encantó aprender a hacer vídeos y publicarlos en las redes sociales. Por eso decidió crear un canal de YouTube en el que comparte vídeos sobre su vida en España y sobre cosas de la cultura árabe y española.
El joven usa YouTube, Instagram y Facebook como plataformas donde habla desde las calles de Madrid, y se muestra sorprendido por la gran cantidad de interacción. Pero no se lo toma como un trabajo o una forma de ganar dinero, sino de hacer activismo. “Tengo metas más grandes que las que me esfuerzo por lograr a nivel personal”, explica el joven, “y no lo hago por dinero, sino en mi tiempo libre. Me gusta salir y disfrutar grabando para tener esta conexión con la gente. Estoy recibiendo muchos comentarios positivos y eso me anima a hacer más vídeos».
Sus publicaciones recibieron mucha aceptación. Eso contribuyó a que definiera mejor su objetivo, lo animó a romper la barrera de la timidez, pararse frente a la cámara y hablar bien tanto en árabe como en español.
Todo lo que quisiste preguntarme
De la mano de Cesal, Samir ha lanzado un proyecto llamado «Todo lo que quisiste preguntarme«. “Hace unos años cada vez hay más noticias sobre los jóvenes inmigrantes. Han surgido muchas preguntas sobre la inmigración. Pero, ¿Qué pasa con nosotros, los jóvenes, cuando ya estamos aquí?”, dice Samir en uno de los vídeos, en el que habla de su experiencia como menor y joven en España, y charla con otras personas. El objetivo general de esta serie es responder a las preguntas más frecuentes sobre inmigración y en particular sobre los colectivos de los menores y ex-tutelados, así como los procedentes de Oriente Medio y Norte de África. De ese modo, Samir contribuye a romper con los prejuicios sobre los inmigrantes menores de edad reconociendo sus caminos de integración, las dificultades a las que se enfrentan y el discurso de odio contra ellos.
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