Asmaa Al-Natour y su esposo pasan su duodécimo día en el campo de deportación de Sjælsmark. A 28 km de Copenhague, la capital danesa, después de que se transfieran por las autoridades danesas el 26 de octubre, a raíz de una decisión judicial. El campo, que la mujer describe como “muy antiguo, se parece a un campamento militar”.
Asmaa Al-Natour, apareció en las redes en una foto, mientras se despedía de su vecina danesa entre llantos, justo antes de su partida al campo. Venía de Daraa, del sur de Siria. Esta mujer vivía en el campo de refugiados de Yarmuk, en Damasco. Tras el ataque por parte de aviones de combate del régimen a su casa en 2012, se mudó con sus parientes a Daraa. Tampoco duraría mucho en esta ciudad, ya que el régimen también atacó allí el lugar donde residía. Fue entonces cuando Asmaa, su esposo y su hijo decidieron venir hacia Europa. Llegaron a Dinamarca después de un atormentado viaje de casi dos meses. Pagando mucho dinero y haciendo frente a numerosas dificultades.
“Salimos debido al régimen criminal de Bashar al-Assad y a la guerra que estalló como consecuencia de sus actos. Mi marido fue arrestado y amenazado en Siria. Mi hijo mayor fue detenido debido a su participación en las manifestaciones. Teníamos miedo de ser arrestados y asesinados. Salimos porque nos amenazaron, pagamos mucho dinero a los retenes militares del régimen sirio durante nuestra huida”, explica Asma a Baynana en entrevista telefónica.
En octubre de 2015, Dinamarca les otorgó tarjetas de protección humanitaria con el número 7/3, el número del tipo de la residencia. Asmaa asegura que este tipo de residencia no se adapta a su caso. En ese momento, no distinguían entre las modalidades de residencia, debido a su falta de conocimiento sobre el tema y la dificultad del idioma. «Si supiera las ventajas de esta residencia, no la acepté y salí de Dinamarca…», comenta la mujer.
La deportación y sus consecuencias
La familia residió en la ciudad de Rinsted durante 7 años, donde sintieron cierta estabilidad. Asmaa estuvo trabajando con su esposo en una tienda de productos árabes. Había comenzado a estudiar de nuevo, a pesar de ya haber ejercido como profesora de árabe en Siria. Pero Dinamarca decidió retirar su permiso de residencia y enviarlos al llamado campo de deportación, en el que los refugiados esperan hasta que se resuelven sus casos.
El campo de deportación Sjælsmark, es un lugar donde realojan a los refugiados cuyos permisos de residencia han sido revocados. Como el de esta familia, hasta que sus casos de asilo sean reevaluados y resueltos.
En abril de 2021, se les informó de que sus permisos de residencia no serían renovados y que sus papeles habían sido transferidos al Tribunal de Apelaciones de Copenhague. «Fuimos juzgados en Copenhague, en un juicio que duró 7 horas. Sentí que estaba pasando algo sospechoso. La decisión de negar la renovación de nuestros papeles se emitió 18 días más tarde, pero el abogado nos dijo que esto es injusto y que apelará la decisión», comenta Asmaa.
Posteriormente, la familia recibió un correo electrónico de las autoridades diciéndoles que tenían una cita en la Oficina de Repatriación y, cuando acudieron a la misma, intentaron persuadirlos para que regresaran a Siria, ofreciéndoles 144.000 coronas por persona (alrededor de 23 mil euros). Asmaa afirma que se negaron a aceptar esta propuesta porque su firma suponía la garantía de ser ejecutados. La Oficina consideró su negativa a firmar como una violación de la ley, dice la mujer.
Días después de informar a la familia de la decisión, el esposo de Asmaa, Omar Al-Natour, sufrió un derrame cerebral que su mujer achaca al miedo y la presión psicológica de esta noticia. Y no fue el único caso. El refugiado sirio Akram Bathish murió en abril de este año como consecuencia de un infarto después de que las autoridades danesas le informaran de que le habían retirado el permiso de residencia. Akram temía que la policía asaltara su casa, como dijo su hijo a los medios.
Las autoridades danesas trasladaron a la familia Al Natour al campamento el 26 de octubre, separándolos de sus dos hijos de 21 y 25 años, que sí tienen asilo político. La pareja describe el campo como un campamento militar, sucio y falto de higiene, y a la mujer le parece que las infraestructuras se remontan a la época romana.
El Gobierno Democrático de Dinamarca, encabezado por el presidente del Gobierno Mitt Frederiksen , anunció en marzo de 2021 que se retirarían los permisos de residencia a los refugiados sirios, considerando que Damasco en un sitio seguro, basándose en el informe emitido por la oficina de la Inmigración danesa en octubre de 2020 que evalúa la situación en Damasco. La revista Baynana publicó un reportaje en ese momento que muestra la manipulación por parte de Dinamarca del contexto y del testimonio de los periodistas entrevistados para este informe y el maquillaje de la información para legitimar la deportación de refugiados sirios, lo que llevó a el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, además de otras organizaciones, a emitir un comunicado expresando su preocupación al respecto.
En este contexto, Human Rights Watch publicó un informe titulado Life Like Death que, a través de 65 entrevistas con refugiados sirios que regresaron voluntariamente de Jordania y Líbano entre 2017 y 2021, ilustra las graves violaciones de derechos humanos por parte del Gobierno sirio y sus milicias afiliadas, como asesinatos fuera del ámbito de la ley, desapariciones forzosas y tortura.
El periódico Asharq Al-Awsat dijo que hay 900 refugiados sirios en Dinamarca que están amenazados con ser deportados a su país, mientras que muchos otros esperan con temor la resolución de sus casos.
La última conversación con su vecina
Justo antes de ser trasladada al campamento, Asmaa estaba siendo entrevistada por un diario danés y por Al Jazeera cuando, en el último momento, mientras metía su equipaje en el automóvil, su vecina mayor salió del balcón de la casa y preguntó si se iba de viaje. “Yo le respondí: no, no estoy viajando. Me voy al campo de deportación”. Su vecina Gerda, de 92 años, se enfadó y comenzó a gritar a los policías: “¿A dónde la vas a llevar? Ella no es una criminal, no ha hecho nada… ¿Quieres enviarla al asesinato y la guerra y al criminal Bashar al-Assad? ¿Cómo puede ser eso? Porque Siria no es segura”.
«Me tendió la mano desde la ventana mientras temblaba, y en esos momentos sólo podía llorar. Ha sido mi vecina durante 6 años. Solíamos visitarnos, le llevaba comida, la cuidaba. He vivido aquí durante 7 años, ¿por qué Dinamarca quiere eliminar estos años en un santiamén?”, concluye Asmaa. “Al-Assad bombardeó nuestras casas en Siria y Dinamarca bombardeó nuestras vidas y nos ha devuelto al principio de todo cuando ha decidido mandarnos al campo».
Tras la finalización de este reportaje, las autoridades danesas siguen estudiando el expediente de Asmaa y su marido. ¿Les permitirán quedarse en Dinamarca para que vivan una vida normal con sus hijos? ¿O es más probable la decisión de deportar a Siria?
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