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DERECHOSREPORTAJES

En busca de los atrapados bajo los escombros del terremoto en Siria: “Oímos las voces y no podemos responder”

Tras el devastador seísmo con epicentro en Turquía, la ayuda internacional apenas llega al noroeste sirio, excepto un equipo técnico de Egipto especialista en rescate y un convoy de la ONU

Este reportaje en colaboración con el Diario.es

El periodista sirio Emad Al Basiri se ha visto desplazado por segunda vez de su casa en la ciudad de Al Bab, en la campiña de Alepo, afectada por el terremoto en el que resultó herido. Al Basiri vive en el norte de Siria tras huir de su ciudad, Daraa, en el sur, por la campaña militar lanzada por Rusia y el régimen de Bashar Al Assad contra la ciudad en verano de 2018.

“La situación es trágica. Mandé a mi esposa y a mis dos niños, lejos de las zonas residenciales, por miedo a un nuevo seísmo. Como periodista, me propuse documentar la catástrofe provocada por el terremoto en la zona de Jenderes, cerca a la frontera turca, en el campo de Alepo”, dice el periodista a través de un audio en WhatsApp.

Emad Al Basiri, periodista sirio y voluntario de la revista Baynana, mientras trabajaba en cubrir en las zonas afectadas por el terremoto en el norte de Siria.

Cuenta que la situación es muy difícil debido a la falta de equipos modernos para ayudar a rescatar a las víctimas y heridos. “Enfrente de mí, había una niña de 16 años bajo los escombros, los equipos de rescate no habían podido sacarla durante horas. La Defensa Civil pudo hacerlo finalmente después de amputarle el pie. Fue el momento más difícil para mí en este desastre”.

La situación sigue siendo difícil en el noroeste del país, donde las operaciones de búsqueda y rescate solo cubren el 5% de los lugares afectados, según la oficina humanitaria de la ONU. La falta de maquinaria pesada para retirar los escombros y las condiciones invernales han complicado considerablemente estos esfuerzos y los grandes cortes de electricidad han provocado escasez de combustible en los hospitales, según describe su último informe.

La cifra de víctimas sube cada hora. En todas las gobernaciones sirias se acerca a los 3.200 muertos además de miles de heridos, según diversas fuentes. Un porcentaje desconocido se encuentra en el noroeste de Siria, que está bajo control de diferentes grupos rebeldes. Casi tres millones de desplazados viven en el noroeste de Siria, la zona del país más afectada por el terremoto. Antes del desastre, 14,6 millones de sirios necesitaban ayuda, según estadísticas de Naciones Unidas.

Ayuda a cuentagotas

Los países aliados del régimen sirio están mandando ayuda a los aeropuertos de Damasco y Alepo. La agencia oficial de noticias, Sana, recoge que Irak ha mandado un convoy de ayuda a través de la frontera en el este, así como Emiratos Árabes Unidos, Libia, Túnez, Armenia y Pakistán.

En la región afectada en el noroeste de Siria no hay puertos y los aviones no pueden aterrizar porque los aeropuertos están fuera de servicio desde el estallido de la guerra. El único punto de entrada de la ayuda es el cruce fronterizo con Turquía Bab Al Hawa. El resto de los cruces están cerrados. Turquía aceptó abrir otros cruces para la entrada de ayuda, según fuentes de la oposición. Un portavoz de la ONU dijo que el flujo de ayuda desde Turquía al noroeste se interrumpió por los daños en carreteras y otros problemas logísticos.

Hasta la fecha de la publicación de este artículo, apenas ha llegado ayuda internacional al noroeste, excepto un equipo técnico de Egipto especialista en rescate. Este jueves ha partido el primer convoy de la ONU para el noroeste de Siria con seis camiones que transportan mantas, colchones, tiendas y material de refugio, así como artículos básicos de socorro y lámparas solares, para asistir a 5.000 personas.

El grupo de rescatistas conocido como los Cascos Blancos ha explicado que no se trata de ayuda y equipos especiales para los equipos de búsqueda y rescate, y la recuperación de las personas atrapadas bajo los escombros. “Es un convoy de ayuda de rutina, no incluye ningún equipo relacionado con la respuesta al terremoto”, dice Monir Al Mustafa, subdirector de la organización, que se muestra “decepcionada” y asegura que necesita “desesperadamente equipos” que salvar vidas.

Raed Al Saleh, presidente de los Cascos Blancos, que opera en la zona, aseguró este miércoles en un tuit que Naciones Unidas no se había puesto en contacto con su organización para evaluar la situación y conocer las necesidades de los equipos.

Al-Mustafa confirma a elDiario.es que, a excepción del equipo egipcio, hasta el momento no ha llegado ayuda alguna para las tareas de rescates. “Nos estamos coordinando con varias organizaciones internacionales, pero hasta el momento no ha llegado ningún apoyo”.

Los Cascos Blancos, única organización que efectúa operaciones de rescate en este territorio, lleva trabajando desde el primer momento y de forma ininterrumpida, y todos sus equipos están en alerta máxima. Han sacado cientos de cuerpos de debajo de los escombros, mientras que cientos de familias siguen atrapadas en el interior de los edificios derrumbados.

“No podemos responder a todos, escuchamos las voces de los civiles, y no podemos responder plenamente por la falta de equipo”, dice Mounir Al-Mustafa, subdirector de los Cascos Blancos.

Las malas condiciones climáticas, las réplicas del terremoto y la falta de equipamiento se suman a la dificultad y complejidad de las operaciones de rescate. Hay más de 700 edificios parcial o totalmente destruidos. Decenas de miles de personas no tienen refugio y se encuentran en las calles con temperaturas bajo cero. “El lunes por la noche hubo una fuerte tormenta. Muchos niños y mujeres se encontraban a la intemperie”, dice Al-Mustafa.

Los equipos de los Cascos Blancos sufren escasez del combustible que usan para los vehículos. Al-Mustafa afirma que las reservas se terminaron dos meses antes del terremoto, por lo que ahora necesitan conseguir más con urgencia. La organización está pidiendo ayuda para atender a los afectados. Al-Mustafa señala que ahora cuentan solo con el apoyo local y la solidaridad entre la población. “Cada minuto que pasa se asfixian nuevas almas. Los sirios ahora deben afrontar su destino bajo los escombros, como lo hicieron anteriormente bajo las armas químicas y los bombardeos”, dice.

Consuelo y luto en redes sociales

Para los sirios, las redes sociales se han convertido en el único medio para llorar, anunciar fallecimientos, pedir ayuda y consolarse los unos a los otros.

El destacado periodista sirio Yaman Al-Khatib quedó atrapado bajo los escombros de su casa con su familia desde los primeros momentos del terremoto en la ciudad turca Antakya. En la mañana de este miércoles, compañeros del Al Khatib informaron de que los equipos de rescate pudieron sacarlo vivo tras estar más de 50 horas bajo los escombros, pero su familia sigue atrapada. 

Abd ِAl-Razzaq Al-Nabhan, periodista sirio refugiado en Alemania, hizo decenas de llamamientos en Facebook pidiendo ayuda para salvar a su hermano, que también quedó atrapado bajo los escombros en Antakya, en Turquía.

Sin embargo, finalmente escribió: “Sin comentarios. Más de 15 horas después de que sacaran a mi hermano vivo de debajo de los escombros, no recibió ayuda de nadie, por lo que murió”.

Siete horas después, el periodista anunció que otros 16 miembros de su familia, todos mujeres y niños, también habían fallecido por el terremoto.

كاتب

  • Okba Mohammad

    Cubrió la guerra en el sur de Siria de 2015 a 2018 con medios locales. También se ha dedicado a documentar violaciones de derechos humanos de detenidos durante el conflicto. En 2019 trabajó como corresponsal independiente en Turquía y posteriormente viajó a España, donde ha colaborado con medios como Global Voices y el diario Público. Actualmente trabaja como reportero en Baynana

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Okba Mohammad

Cubrió la guerra en el sur de Siria de 2015 a 2018 con medios locales. También se ha dedicado a documentar violaciones de derechos humanos de detenidos durante el conflicto. En 2019 trabajó como corresponsal independiente en Turquía y posteriormente viajó a España, donde ha colaborado con medios como Global Voices y el diario Público. Actualmente trabaja como reportero en Baynana
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