Guerra de Siria: un conflicto que no cesa (y que la guerra en Gaza ha arrinconado y vuelto más intenso)
Siria ha estado inmersa en un conflicto continuo que ya lleva 13 años. Sus dinámicas cambiaron y su intensidad aumentó después del 7 de octubre. Este enfrentamiento involucra a potencias regionales como Irán, Rusia, Estados Unidos e Israel, desarrollándose en suelo sirio.
Moussa Al Jammat – Ayham Al Sati- Okba Mohammad
La guerra israelí contra Gaza, iniciada el 7 de octubre tras el ataque de Hamás contra Israel, también ha impactado al país vecino, Siria. El conflicto en este país perdura desde hace casi trece años, intensificado por la intervención y los cálculos de potencias regionales, o con presencia regional clave, como Estados Unidos, Irán, Israel, Turquía y Rusia. Ahora, el conflicto de Gaza se ha extendido parcialmente al territorio sirio, involucrando a Irán, que apoya a Hamás; y a Estados Unidos, que respalda a Israel. De telón de fondo, Rusia y el régimen sirio continúan bombardeando la región noroeste de Siria.
Según datos del Observatorio Sirio de Derechos Humanos, la guerra en este país ha dejado más de 600.000 muertos. Además, hay 6 millones de desplazados internos y 6,5 millones de refugiados entre países vecinos y países europeos, según datos del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). Estas cifras reflejan la magnitud del horror de esta guerra olvidada, donde participan grandes potencias, cada una persiguiendo sus propios intereses.
Para comprender la situación en Siria, es necesario analizar la compleja geografía y la distribución del control del país. El régimen de Bashar al-Asad perdió extensas áreas ante las facciones armadas de la oposición, las facciones kurdas y posteriormente ante el grupo terrorista Estado Islámico. Sin embargo, la intervención militar rusa en septiembre de 2015 contribuyó gradualmente a inclinar la balanza de poder a favor del régimen de Asad, al que apoya. Actualmente, este controla más del 63% del territorio gracias a campañas militares que aplicaron una política de tierra arrasada contra ciudades sirias, con respaldo aéreo de Rusia y apoyo militar de Irán y el Hizbulá libanés.
El régimen sirio ejerce control sobre la costa, Damasco, el sur y parte del norte del país, compartiendo el dominio con milicias iraníes y Rusia –esta última con la base militar de Hmemim desde donde lanza operaciones militares–. Además, controla aeropuertos y puertos en colaboración con el régimen. En el sur de Siria, particularmente en la gobernación de Daraa, el control del régimen es considerado frágil y lo comparte con milicias iraníes, Hizbulá y resto de facciones opositoras. Esta región, cuna del levantamiento sirio de 2011, es escenario de una campaña silenciosa de asesinatos entre varias partes desde que el régimen de Asad tomó el control en el verano de 2018. Solo en 2021-2022, se registraron 539 asesinatos contra civiles durante esta ‘guerra fría’, según fuentes periodísticas locales consultadas.
La oposición siria controla aproximadamente el 10% del territorio. Se ubica en el noroeste, que incluye la ciudad de Idlib y partes de los campos de Alepo y Hama. En Idlib, la organización Hay’at Tahrir Al-Sham tiene un control significativo, mientras que las áreas restantes están bajo el control de fuerzas militares de oposición apoyadas por Turquía, siendo el Ejército Nacional Sirio la más destacada. Además, hay una zona estratégica, Al-Tanf, en la frontera iraquí-jordana, controlada por una facción de oposición junto a fuerzas de Estados Unidos. La organización terrorista Estado Islámico ya no tiene control sobre ninguna región en Siria, aunque existen células durmientes en diferentes partes del país.
En el este y noreste de Siria, las Fuerzas Democráticas Sirias Kurdas, respaldadas por Estados Unidos, tienen el control, con bases estadounidenses desplegadas en la región. Esto abarca áreas específicas como Deir Ez-Zor, Al Hasakah, Raqqa, la ciudad de Alepo y parte de su campo, representando en conjunto aproximadamente el 25% del territorio del país.
Ataques iraníes a bases estadounidenses
Desde el 7 de octubre pasado, las bases estadounidenses de la coalición internacional fueron atacadas en múltiples regiones de Siria en una serie de ataques simultáneos. Aunque no fue la primera acción de este tipo llevada a cabo por milicias iraníes en Siria e Irak, sí fue la más extensa en términos de número y distribución geográfica, según un informe del Centro de Estudios Jusoor, (un centro independiente, especialista en investigación y estudios).
Hasta el 8 de noviembre pasado, se registraron 26 ataques iraníes que emplearon misiles y drones en diversas bases militares estadounidenses en Siria, según el Jusoor –si bien la mayoría de ellas no logró alcanzar sus objetivos, según nos confirma el investigador Anas Shawakh–. No obstante, para este centro de estudios, los ataques, coordinados entre milicias iraníes, fuerzas rusas, y desde áreas controladas por el régimen sirio, son una muestra de la presión que se ejerce sobre las fuerzas estadounidenses.
“Los ataques iraníes aprovechan la situación en Gaza para poner a prueba la posibilidad de cambiar las reglas de enfrentamiento con las fuerzas estadounidenses en Siria e Irak. Buscan ampliar los límites y el alcance de las operaciones de ataque que suelen llevarse a cabo, demostrando la capacidad de Irán para movilizar, coordinar y dirigir actividades de sus diversas milicias en múltiples países simultáneamente, con Siria e Irak a la cabeza”, explica este investigador.
Oficialmente, Irán reitera que los grupos que atacan a las fuerzas estadounidenses en Siria e Irak actúan de forma independiente, sin recibir órdenes ni direcciones de Teherán.
El investigador Al-Shawakh señala no obstante que la negación por parte de Irán de los ataques sería parte de la táctica iraní de tratar con sus milicias locales mediante inversión y explotación interesada del conflicto de Gaza: utilizando a estas como herramientas de presión para implementar sus planes en la región árabe sin enfrentar directamente conflictos en su territorio.
Israel está presente y con fuerza
Israel ha consolidado su presencia con determinación durante el conflicto en Gaza, expandiendo sus operaciones no solo hacia el Líbano, sino también hacia Siria. Desde el 7 de octubre, se han registrado varias decenas de ataques –incluyendo los aeropuertos internacionales de Alepo y de Damasco– por parte de Israel en territorio sirio, ataques en los que han fallecido militares –libaneses e iraníes– así como civiles, según informó el Observatorio Sirio de Derechos Humanos.
Desde comienzos de 2023 y hasta principios de diciembre, el Observatorio había registrado 63 ataques de Israel –principalmente aéreos, pero también terrestres– en territorio sirio: Damasco, Daraa, Quneitra, Suwayda, Alepo, Hama, Tartous, Homs y Deir Ez-Zor. Estos ataques, explica el investigador sirio Mustafa Idris desde su residencia en Estambul, son devastadores y se centran en puntos de almacenamiento de armas iraníes.
Israel, un actor clave en Oriente Medio, siempre ha buscado asegurar la frontera con Siria para garantizar su seguridad. Según Idris, el régimen de Bashar al-Asad se considera el principal defensor de los acuerdos implícitos en torno a la frontera sirio-israelí. Sin embargo, señala que la actual situación en Siria presenta una invasión de varios actores con intereses propios. Idris destaca la presencia de cientos de combatientes en los Altos de Golán ocupados por Israel, particularmente fuerzas entrenadas por milicias de Hizbulá y la Guardia Revolucionaria iraní. Subraya que estas fuerzas no obedecen órdenes del régimen sirio, sino que reciben directrices directamente de Irán.
El bombardeo de Siria desde el Golán ocupado, junto con la falta de respuesta de este país, proporcionó a Israel el pretexto para atacar de manera recurrente los aeropuertos de Damasco y Alepo. Ambos aeropuertos son considerados esenciales para la recepción de envíos de armas iraníes, tanto para su uso dentro del territorio sirio como fuera de él, explica Idris.
Escalada en zona de desescalada
Persiste la escalada en la zona designada desde 2017 como área de desescalada, con continuos y fuertes ataques de artillería, misiles y ataques aéreos por parte de aviones de combate sirios y rusos en Idlib. Así como en los campos de Alepo y Hama, ubicados en el noroeste de Siria. Estas áreas están fuera del control del régimen, bajo la jurisdicción de facciones armadas de la oposición y la organización Hay’at Tahrir Al-Sham. Esto sucede a pesar del acuerdo de desescalada firmado en mayo de 2017 entre Rusia, Turquía e Irán.
Aunque algunos medios (tanto nacionales como internacionales pro-Asad) promueven que las áreas atacadas al noroeste de Siria son emplazamientos militares pertenecientes a facciones opuestas al régimen de Asad, los datos de la organización Cascos Blancos, que opera en el terreno, y los testimonios de periodistas en primera línea indican que la mayoría de los sitios recientemente atacados son instalaciones civiles.
“Rusia bombardea los campos a los que huyen los desplazados –debido a bombardeos–, utilizando incluso armas internacionalmente prohibidas, como el ataque al campamento de Maram con misiles de racimo. En ocasiones, apunta a instalaciones médicas, que son vitales para las áreas liberadas del régimen sirio”, cuenta el periodista sirio Mohammad Al-Ahmad, quien cubre la situación humanitaria en el noroeste de Siria.
Al-Ahmad sostiene que la cobertura mediática árabe e internacional de los eventos en esta zona ha disminuido significativamente desde el inicio de la guerra en Gaza.
El periodista asegura que la región ha experimentado una escalada militar en los últimos tres meses, acompañada de una situación económica en declive y una reducción de las ayudas, además del sufrimiento de los residentes de los campamentos que colman la región durante el invierno. “Los acontecimientos en Gaza son muy graves, pero también el norte de Siria necesita cobertura”, comenta.
En octubre de 2023, los bombardeos rusos en 70 sitios en el noroeste de Siria tuvieron como objetivo instalaciones médicas, escuelas, mezquitas, campos, mercados populares, centros de Defensa Civil Siria (Cascos Blancos). También una central eléctrica, estaciones de agua y granjas avícolas, según un informe de la misma organización de Cascos Blancos, organización que ha instado a la comunidad internacional, las Naciones Unidas y todas las organizaciones de derechos humanos a brindar un sólido apoyo a los civiles, asumir sus responsabilidades y detener los ataques del régimen de Asad contra más de 4 millones de civiles.
En octubre también se registró una escalada “muy violenta” por parte de las fuerzas del régimen, Rusia y las milicias leales a ellos contra civiles en el noroeste de Siria, según los Cascos Blancos. Sus equipos respondieron a casi 300 ataques, incluyendo ataques aéreos, de artillería, misiles guiados, armas incendiarias y bombas de racimo solo durante ese mes.
Esta situación persiste en medio de la crisis humanitaria que afecta al noroeste de Siria tras el devastador terremoto y el deterioro de la situación humanitaria tras casi 13 años de guerra.
Esta crónica es fruto de una colaboración especial entre los medios de comunicación Baynana –primer medio en español y árabe creado por refugiados y migrantes– y Equal Times.
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