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HISTORIA Y CULTURAINICIO

Palacio de la Aljafería: un monumento testigo de la arquitectura islámica andalusí

Se le considera una de las obras del arte hispanomusulmán más importantes junto a la Alhambra de Granada y la Mezquita de Córdoba. Construido en la segunda mitad del siglo XI, es el símbolo del poder alcanzado por la Taifa de Saraqusta y la “joya de la corona” del segundo monarca de la dinastía de los Banu Hud, Al-Muqtadir.

Laila Muharram – Okba Mohammad

En el año 1065, Abu Yaafar Ahmad ibn Sulaymán, que gobernaba el reino de Saraqusta, mandó construir un palacio a las afueras de la ciudad, cerca del río Ebro, al este de la «al-musara» (explanada en árabe). Rodeado de huertas, cultivos de cereal y bosque, desde allí se divisaban los ejercicios militares, deportes ecuestres y desfiles ceremoniales para exaltación del poderío taifal. 

Su palacio de la alegría (qasr al surur) -como lo llamó- sería su lugar de descanso lejos del Alcázar de la Suda, donde se desarrollaba la vida política y administrativa del reino. Acababa de recuperar Barbastro y la victoria consolidó el prestigio de Abu Yaafar entre los reinos de Taifas y como tal quiso ser recordado. Como homenaje se llamó así mismo Al Muqtadir billah (el poderoso gracias a Dios) y este colosal palacio de la Aljafería, al estilo de otros castillos omeyas que aún podemos encontrar en Siria y Jordania, sería el testigo material del apogeo de su reinado.

En la actualidad, la Aljafería es el conjunto palacial islámico más al norte de Europa y el único cónclave que mejor se conserva de una época en la que Zaragoza (conocida entonces por medina albaidá) se erigía como una de las ciudades más importantes de Al Andalus. 

Gracias al mecenazgo de Al Muqtadir y de su hijo Al-Mutamán, intelectuales versados en ciencia, filosofía o arte vivían entre sus murallas y se acercaban asiduamente al Palacio que más tarde se conocería por al-Yafariyya, (la casa de Yafaar), de donde deriva el nombre de Aljafería.

Puerta de herradura que da acceso al Patio de Santa Isabel. / La Aljafería conserva parte de su primitivo recinto fortificado, de planta cuadrangular y reforzado por grandes torreones ultrasemicirculares, a los que se suma la torre del Trovador, cuya zona inferior, datada en el siglo IX, es el resto más antiguo del conjunto arquitectónico.

Por su parte, la «torre del Trovador», con vestigios de construcciones de finales del siglo IX, toma su nombre del drama romántico de Antonio García Gutiérrez, El trovador, de 1836. Más tarde, la historia sería convertida en libreto para la ópera de Giuseppe Verdi Il trovatore, de 1853. 

Se trata de una torre defensiva, de planta cuadrangular y cinco pisos. Su función era la de torre vigía y bastión defensivo. Estaba rodeada por un foso y fue integrada por los Banu Hud en la construcción del castillo-palacio, constituyéndose en una de las torres del entramado defensivo del lienzo norte exterior. 

A partir de la reconquista española, siguió usándose como torre del homenaje y en 1486 se convirtió en calabozo de la Inquisición. Como torre-prisión se usó también en los siglos XVIII y XIX, como demuestran los numerosos graffitis inscritos allí por los reos.

Zaragoza, y con ella la Aljafería, sería finalmente tomada por las tropas de Alfonso I el Batallador, rey de Aragón y de Pamplona, tras siete meses de asedio el 18 de diciembre del año 1118. Sin embargo, el palacio mantendría su aspecto hasta mediados del siglo XIV. Es durante el reinado de Pedro IV El Ceremonioso, entre 1336 y 1387, cuando el edificio sufre su primera gran transformación, convirtiéndose en sede de la monarquía del reino aragonés.

El Patio de San Martín, donde confluyen los tres palacios: los arcos de estilo árabe, el mudéjar de la iglesia y los escudos de los Reyes Católicos. / La iglesia de San Martín, que encontramos nada más franquear el recinto amurallado de La Aljafería, fue construida entre 1399 y 1410 expresamente por el rey de Aragón Martín I el Humano para guardar el Santo Grial, algo que hizo durante más de un siglo.

Poco más tarde se construye la Iglesia de San Martín, de estilo gótico-mudéjar, situada en el patio de entrada al palacio; agregándole también nuevas estancias en torno a la torre del trovador. 

Puerta de acceso a la Capilla de San Martín. / La capilla de San Martín consta de dos naves de tres tramos de bóveda de crucería, y gracias a la aparición de restos de policromía en sus muros, podemos saber que estuvo cubierta de decoración pictórica. Por otro lado, cuenta con una torre adosada en ladrillo.

Arcos de yesería del Patio de Santa Isabel. / El palacio de la Aljafería sigue los modelos tradicionales de la arquitectura palatina islámica: un gran patio central descubierto al que dan todas las estancias, con dos albercas en sus lados norte y sur. Las dependencias destinadas al uso ceremonial y privado, situadas igualmente en el eje norte y sur del edificio, están precedidas de pórticos constituidos por arquerías mixtilíneas y polilobuladas que se prolongan por los laterales del patio central.

Arquería oeste del patio de Santa Isabel. / Toma su nombre en honor a la infanta Isabel de Aragón y Sicilia, venerada como santa por la Iglesia católica. Los elementos arquitectónicos y decorativos del palacio están inspirados en modelos cordobeses, pero se vuelven más complejos en la Aljafería.

Arquería este del patio de Santa Isabel. / En origen, esta zona estaba dotado de una segunda planta y poseía mayor profundidad, además de ser antecedido por un testero de columnas abierto y profusamente decorado, que se extendía en dos brazos mediante dos pabellones a sus flancos y que servía de pórtico teatral al salón del trono (o el salón dorado) situado al fondo.

Puerta al Salón Dorado.  / El acceso al Salón Dorado se efectúa a través de un lienzo con tres vanos. Uno central muy amplio, que conforman cinco columnas dobles de mármol con capiteles de alabastro islámicos muy estilizados que soportan cuatro arcos entrecruzados mixtilíneos, entre los cuales, en altura, se sitúan otros de herradura más simples, como el que vemos en la imagen. En el testero norte se edifica el conjunto más importante de dependencias del palacio de época hudí, que incluye el Salón Dorado y la pequeña mezquita privada.

Posteriormente, en la planta principal, se llevó a cabo la reforma que convirtió estas estancias en palacio de los Reyes Católicos en 1492. Éstos ordenaron construir un palacio para uso real sobre el ala norte del recinto andalusí, configurando una segunda planta superpuesta a la del palacio existente.

Escaleras principales del palacio de los Reyes Católicos. / Al palacio se accede subiendo la escalera noble, una monumental construcción integrada por dos amplios tramos con pretiles de yeserías geométricas caladas iluminada por ventanales de medio punto angrelados de decoración de hojas y tallos de raigambre gótica e influencias mudéjares, rematados en croché sobre la clave de los arcos.

El Salón del Trono. / Era el lugar donde los Reyes recibían y atendían las quejas y súplicas de las más distinguidas personalidades del Reino. De planta rectangular y recorrido por una tribuna, está cubierto por un magnífico artesonado mudéjar dorado y con profusa decoración. Asimismo, se conservan tres techumbres que correspondían a las salas de los Pasos Perdidos, antesala de la principal.

En 1593 experimentó otra reforma que la convertiría en fortaleza militar, primero según diseños renacentistas y más tarde como acuartelamiento de regimientos militares. 

Sufrió reformas continuas y grandes desperfectos, sobre todo con los Sitios de Zaragoza de la Guerra de la Independencia hasta que finalmente fue restaurada en la segunda mitad del siglo XX. 

Desde el año 1987, el palacio de la Aljafería, monumento emblemático y, a la vez, testigo durante siglos de importantes acontecimientos, vuelve a ocupar un lugar relevante al acoger entre sus viejos muros a la institución que representa a todos los aragoneses: las Cortes deAragón. La Aljafería es, además, la mejor representación del arte mudéjar aragonés, patrimonio de la humanidad desde 2001.

Restos arqueológicos de la Aljafería

Ménsulas de la techumbre del Salón Dorado de la Aljafería de Zaragoza. / La mayoría de las yeserías de atauriques, que tapizaban con paneles decorativos labrados en yeso las paredes de estas estancias, así como un zócalo de alabastro de dos metros y medio de altura y los suelos de mármol blanco del palacio original, se han perdido. Los restos que se han conservado, tanto en museos como los escasos que se hallan en el palacio, permiten, sin embargo, reconstruir el aspecto de esta decoración polícroma, que, en su día, debió ser espléndida.

Inscripción procedente del zócalo epigráfico de la sala norte del palacio de la Aljafería de Zaragoza.

Restos de un capitel y elementos epigráficos en relieve, del periodo de taifas, que debieron formar parte de la decoración del arrabá de un arco. Escritos en caracteres cúficos, corresponden a un versículo coránico.

Detalles de yeserías y otro capitel. / Expuesto en el palacio de la Aljafería.

Reconstrucción de la policromía de un panel de decoración geométrica de yeserías. / Expuesto en el palacio de la Aljafería.

Celosías del tipo «mashrabiya» del Palacio de la Aljafería. / La mashrabiya es un tipo de ventana proyectil saliente encerrada con celosías ubicadas en la segunda planta de un edificio o superior, a menudo forradas con vidrieras. La mashrabiya es un elemento de la arquitectura tradicional árabe utilizado desde la Edad Media hasta mediados del siglo XX.

Epígrafe con caligrafía cúfica de la época taifal. / Expuesto en el palacio de la Aljafería. 

Restos arqueológicos de la época taifal. Arriba a la izquierda, ataifor islámico (plato hondo para servir viandas)  procedente de un horno hallado en la excavación arqueológica del solar de la calle San Pablo, en Zaragoza.

Monedas de plata de la época de Taifas. / Expuesto en el palacio de la Aljafería.

Portada de acceso al Palacio de la Aljafería. Al fondo se aprecia la “torre del Trovador”.

Finalmente, destacar que la disposición general del conjunto del palacio adopta el arquetipo de los castillos omeyas del desierto de Siria y Jordania de la primera mitad del siglo VIII, que eran, como ya se han mencionado, de planta cuadrada y torreones ultrasemicirculares en los paños, con un espacio central tripartito, que deja tres espacios rectangulares de los que el central aloja un patio con albercas y, en los extremos septentrional y meridional del mismo, los salones palaciegos y las dependencias de la vida cotidiana.

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