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La atención sanitaria que trabaja con los idiomas de la población migrante 

A través de traductores y mediadores interculturales, la ONG Salud entre Culturas esquiva las trabas lingüísticas que impiden el acceso de los no hispanohablantes al sistema de salud público de Madrid, Castilla-La Mancha y Comunidad Valenciana

Layla Bellach Elkasimi (Alhucemas, 29 años) entra y sale del consultorio del Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid.  Lleva en sus manos un cuaderno y un bolígrafo. Debe tomar nota de la interacción entre médico y paciente. Traduce cada frase, la interpreta si es necesario y media si entre las dos partes no hay un entendimiento. Bellach es traductora y mediadora intercultural en el ámbito sanitario de árabe clásico, magrebí, árabe oriental y rifeño de la ONG Salud entre Culturas, un proyecto que desde 2006 busca garantizar el acceso de la población migrante en situación de vulnerabilidad a los servicios de salud pública de la comunidad de Madrid y de las comunidades Valenciana y Castilla-La Mancha.

Como ella, Serigne Fall (Dakar, 55 años), también realiza su labor de mediador intercultural sanitario dentro del mismo hospital, pero él lo hace a través del francés y el wolof, un idioma hablado por 8,1 millones de personas de países como Senegal y Gambia. 

Tanto Bellach como Fall tienden puentes entre el médico y el paciente a través de la traducción de idiomas oficiales como el árabe, una lengua utilizada diariamente por más de 400 millones de personas; o el francés, hablado por otros 270 millones, pero también de lenguas y dialectos como el amazigh, bambara, mandinga, inglés y francés, porque “a veces estas lenguas oficiales no bastan”, mencionan.

Por eso los interlocutores de Salud entre Culturas son traductores y mediadores interculturales que conectan la diversidad lingüística, religiosa y cultural de los pacientes recién llegados del mundo árabe, del continente africano y Asia con el sistema sanitario de las comunidades autónomas en donde se asientan. 

Fall, que llegó a España en 2007 y seis meses después se unió al equipo de voluntarios -y luego al de trabajo- de la ONG, cuenta que las brechas del idioma, las diferencias culturales y el mismo periplo migratorio “hace que las personas migrantes necesiten de un acompañamiento” para conocer cómo funciona el sistema de salud de la comunidad autónoma en la que residen, “que es bastante complejo” y luego, “para dar a conocer sus necesidades al personal médico que le atenderá”. Ante ello, dice “un teléfono móvil con el traductor de google nos es suficiente. Las personas necesitamos poder contar lo que nos duele, desde hace cuánto tiempo y porque”, reflexiona.     

Son 13 integrantes, entre los mediadores y psicólogos de la ONG; y los médicos y enfermeras que forman parte del Hospital Ramón y Cajal. En esta casa, quienes son parte del equipo no solo entregan su trabajo a través de los ocho idiomas y dialectos para el Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital, en donde se ubican sus oficinas, sino que facilitan el acceso sanitario a la población migrante independientemente de su estatus migratorio o de si llegan acompañados por una ONG de acogida.  

La “crisis de los cayucos” en 2006, llamada así por el arribo de 31.678 migrantes a las islas de Gran Canarias, fue el motivo que llevó a la creación del proyecto. La idea, pionera para la época, ya hablaba sobre la necesidad de personal capacitado en temas médicos que dominasen ambas culturas -la española y la del migrante-. Después de 18 años, el proyecto sigue vivo gracias a la autogestión y continúa siendo el único que brinda atención presencial con este tipo de enfoque, sin mencionar que la mediación sanitaria no es una actividad profesionalizada a nivel estatal. 

La autogestión y la búsqueda de fondos nacionales y europeos ha permitido que el proyecto se mantenga en pie en los hospitales Ramón y Cajal de Madrid, Universitario de Guadalajara en Castilla-La Mancha, así como en el Centro de Salud Pública de Elche (Alicante). Todo esto a pesar de la “falta de intervención y apoyo financiero de las comunidades autónomas en donde se establece”, lamenta Ignacio Peña Ruiz, coordinador de la ONG. En la comunidad de Madrid, por ejemplo, “el apoyo es solo testimonial. Hemos firmado un convenio en el que nos dicen que nos dejan trabajar, pero no tenemos un apoyo tangible [económico]”. Una realidad diferente en Castilla-La Mancha en donde “el impulso de la comunidad autónoma es total”.  

Un proyecto pionero

Bellach, que llegó junto con sus padres a Madrid con 13 años de edad, creció siendo la traductora, primero de la familia, luego de amigos y conocidos recién llegados a España. Para ella, acompañar a los recién llegados a hacer trámites administrativos o ir al médico era algo habitual. “A veces tenía que traducir preguntas sobre cosas muy íntimas relacionadas con la salud reproductiva de la persona a la que acompañaba, pero yo era niña, así que no preguntaba nada, me daba vergüenza. Ahora sé que pude ayudar a prevenir alguna enfermedad”, recuerda. 

Tras formarse como mediadora sanitaria en la Escuela de Mediación Intercultural en los Servicios Públicos de Salud entre Culturas, hace dos años, dice, ha comprendido que detrás de este oficio existe todo un código deontológico. El documento garantiza principios básicos como la exactitud y la mediación en la interpretación, la confidencialidad e imparcialidad, y la neutralidad entre el médico y paciente que pueden “salvar la vida de una persona”. 

El equipo de Salud entre Culturas revisa el material informativo de prevención de violencia de género y VIH traducido al árabe, en el Hospital Ramón y Cajal de Madrid, el 15 de enero de 2023. Foto: Paula Herrera C

Tras la pandemia de la covid-19, varias comunidades autónomas incorporaron la asistencia telefónica de teletraducción para el sistema de salud en 50 idiomas, sin embargo, ya en 2019 se alertaba que “el 84 % de los profesionales [médicos] desconocían la existencia de este servicio y en muchas ocasiones son reacios a usarlo «por impersonal y poco práctico»”, según datos del grupo de investigación en traducción e interpretación en los Servicios Públicos (FITISPos). 

“Esto impacta en el acceso que tienen las poblaciones más vulnerables a la sanidad pública. No basta solo con atenderlos en caso de emergencia. Informar, sensibilizar y prevenir enfermedades puede garantizar calidad de vida para el paciente y reducir gastos en salud pública”, reflexiona Peña Ruiz, el coordinador de la ONG mientras mira varios afiches informativos sobre prevención de VIH traducidos al árabe. 

“Esto es solo una parte de lo que hacemos”, menciona con una sonrisa que le llena el rostro.  Se refiere al material audiovisual creado en francés y wolof, destinados sobre todo para la población africana radicada en España, también a los talleres de formación y a la escuela de mediación intercultural,  las charlas sobre prevención de violencia de género, a las campañas de prevención de VIH y de enfermedades olvidadas, un trabajo que en 2023 ha llegado a más de 4.000 personas.  

Durante casi dos décadas la ONG ha desplegado ejes de trabajo centrados en la salud de las mujeres y la prevención de la violencia, en la atención psicológica y en el desarrollo de campañas de prevención y detección de enfermedades silenciosas como el chagas o la hepatitis. 

Un camino de doble vía

Hasta mediados de 2023, España contaba con  unos  6.711.600 extranjeros, de acuerdo con los datos emitidos por  el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones. De esta población migrante el colectivo africano representaba el 38%, seguido por un 30% de nacionales de países de América Central y del Sur, un 17% de países asiáticos y un 14% de países europeos no pertenecientes a la Unión Europea.

 “La realidad de España es que somos un país muy diverso y que el colectivo migrante también es un pilar en la economía del país”, por tanto, asevera, “No podemos pedirles que se adapten a su nueva realidad sin un compromiso activo del país de acogida. Este es un camino de doble vía”, asevera Peña Ruiz.

Para este experto en cooperación y desarrollo la necesidad de que los servicios públicos estén adaptados a la sociedad que les acoge implica que instituciones públicas, como la de salud “cuenten con personal capacitado en la mediación y la traducción. Coincide con él, José Antonio Pérez Molina, , responsable del Centro de Referencia Nacional de Enfermedades Tropicales Importadas del servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Ramón y Cajal. “La salud con perspectiva migrante debe ser intercultural, pero también debe tener una atención humanizada”, esboza.

Pérez Molina explica los retos a los que se enfrentan las personas migrantes en situación de vulnerabilidad. El estatus legal, el idioma y la necesidad de encontrar medios de subsistencia son el principal obstáculo para que puedan acceder a una atención primaria que prevenga enfermedades y garantice calidad de vida a la persona.

Información importante y útil para los migrantes

Salud entre Culturas es un equipo multidisciplinar de salud pública y migración que tiene por objetivo acompañar a pacientes con diferencias idiomáticas y socioculturales en consultas, pruebas diagnósticas y trámites administrativos para posibilitar la comunicación con los médicos e informar sobre el funcionamiento del sistema sanitario.

El equipo también hace seguimiento de los casos atendidos con el fin de propiciar que los pacientes tengan continuidad y adherencia en los tratamientos médicos.

El servicio de mediación e interpretación intercultural de Salud entre Culturas está disponible en los hospitales Universitario Ramón y Cajal, Hospital Universitario de Guadalajara en Castilla-La Mancha, así como en el Centro de Salud Pública de Elche (Alicante).  

Acceda a este servicio rellenando el siguiente formulario con  al menos 72 horas de antelación: Aquí o a través del correo electrónico info@saludentreculturas.es  También están habilitadas

las líneas de información:  722 140 142 / 622 042 564.

كاتب

  • Paula Herrera Camacho

    Paula Herrera, escribe sobre derechos humanos, migraciones, derechos mujeres y diversidades. Máster de periodismo en Diario El País. Ha estudiado comunicación social en la Universidad Central del Ecuador. Premio “Gerda Taro”, por el especial “Cinco mandamientos que (mal)educan a las mujeres”.

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Paula Herrera Camacho

Paula Herrera, escribe sobre derechos humanos, migraciones, derechos mujeres y diversidades. Máster de periodismo en Diario El País. Ha estudiado comunicación social en la Universidad Central del Ecuador. Premio “Gerda Taro”, por el especial “Cinco mandamientos que (mal)educan a las mujeres”.
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